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+ - liendo sin libertad al público de su rostro, con aquellas señas que manifestaban el interior ente- ramente distraido de aquellos mismos negocios. Pero de estos excesos mentales nos ofrecerá mate- ria copiosa el capítulo siguiente. CAPITULO X. Tiernisima devocion y encendido afecto del beato Lo- renzo al augustisimo Sacramento del altar. 1. No hay cosa difícil para un encendido afecto, pues todo lo considera muy inferior á sus fuerzas: ningun peligro advierte, ningun tropiezo encuen- tra: mide su valor por los deseos, que siendo tan eficaces, le parece todo menos de lo que el fervor parece. Deseaba como fino amante el elevado es- píritu del varon santo sentarse á la mesa del altar* y gozar del convite de su amado; y cuanto mas lo deseaba, eran mas las dificultades que vencia. El amor inexplicable de Brindis á Cristo Sacramenta- do, fué una de las nobles empresas de aquel ar- diente espíritu, y que con razon forma el carácter y principal divisa del beato Lorenzo; como tam- bien es el amor la insignia, y uno como carácter de fuego de la misma Eucaristía. que quiso apelli- darse Sacramento de amor: disfrazando las saetas mas encendidas en color de nieve; y añadiendo en la fé otra venda á la razon por donde se transpa- renta la luz. Pedia para disponerse á celebrar á la Santísima Virgen, fecunda madre del amor divino, que le prestase aquel magestuoso aparato 24 pe $

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