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ms a ” . - Po q A a ] md pd = 202 <s y era intolerable el sentimiento, que le excitabael - dolor de verse ingrato. Esta era la causa de su llan- to, este era el orígen de sus suspiros. Es máxima bien segura en la felicidad humana, la que dejó acreditada á la posteridad nuestro ilustre español Séneca y la que en cada siglo enseña repetidas veces la experiencia: que ningun sitio está mas cer- ca de lo mas profundo, que lo mas alto; y al contra= rio, en la senda de la virtud: Vada está mas cerca de lo alto, que lomas profundo. El que quiere valer en el mundo y subir alto, presto bajará á lo profundo. Al contrario en la virtud, el que con humildad se -—reputa en el profundo del abismo, este subirá á lo alto de la perfeccion. Los que conocen la natura- leza de los afectos del amor y de la oracion, no pueden ignorar, cuán parecidas son las definicio- nes de estas dos excelentes prendas del alma; por- que así como el amor divino arrebata los corazo- nes hasta unirlos con el sumo bien, la oracion no es otra cosa, que elevarse la mente á Dios. Siendo pues, hermanas y parecidas estas virtudes, no es mucho se hallasen tan unidas en el beato Lorenzo. Máadrugó tanto el amor de Dios en el corazon de su siervo, que no hubo lugar para que otro afecto le embarazase; y vino esto, de que tambien madrugó en él el cuidado de no faltar al ejercicio de la ora- cion, que conoció luego proporcionado, para el aumento de la caridad y demás virtudes; y así desde muy niño empezó á amar y á orar; porque apenas se hace dueño este amor de una alma, cuando hiriéndola, la aprisiona, 6 aprisionándola, la hiere de calidad, que mientras dura esta herida

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