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2 «y derretido entre suspiros y sollozos sin poderle «acallar; y en otras ocasiones mojaba con las lá- «grimas las cartas y papeles que le ponia para fir- «mar, elevado todo en Dios; y diciéndole, que tem- «plase el llanto, respondia lo acostumbrado: ¡44 «curiosidad! ¡Ahcuriosidad! Otras veces, cuando le «llamaba, no podia responder, por tener elevada la «mente en Dios. Y lo mismo le sucedia cuando ca- «minaba.» Y hablando de la delicadeza de su con- ciencia, dice: «Yo he confesado al P. Brindis siete «años y á lo menos dos veces á la semana, y nun- «ca hallé en su conciencia, ni aun pecado venial «voluntario; y no obstante se confesaba con tantas «lágrimas y contricion, que á mí me hacia llorar.» Lo mismo depuso con juramento otro confesor que le habia oido de penitencia cinco años. 4. Algunas veces le decian los compañeros que moderase las lágrimas y fervores de su espíritu, acordándose de la misericordia de Dios; y respon- dia, que á no ser infinita la piedad del Señor, le hubiera ya confundido; y que él no cumplia con una de cien partes de lo que debia hacer. Consi- deraba el siervo de Dios los bienes que de aquel océano de bondad habian salido en tantos rios de felicidad y arroyos de luz: contemplaba los benefi- cios generales que habia recibido y los particula- res y ocultos, pasando por su vida desde los pri- meros años y luego bajaba hasta el abismo de su mala correspondencia, poniendo delante de los ojos estos dos lienzos: uno en que dibujaba todos los favores, y otro en que delineaba con borrones sus ingratitudes; y este cotejo le penetraba el espíritu e A > Ay > q a

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