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7 A 18. No paró hasta Sajonia el fugitivo Policarpo Laysero, y allí lleno de furor y rabia, pensó repa- rar la afrenta pública, que habia recibido en Pra- ga y dió á la estampa dos sermones, ilustrados con varias notas apologéticas, tomadas superficial- mente sobre los principales puntos dogmáticos, que se habian controvertido en Praga. Remitió al- gunos ejemplares á aquella corte imperial, para distribuirlos entre sus amigos y confidentes, y templar con esto en algo la pesadumbre que ha- bian tenido en su fuga. Llegó á manos del varon santo un ejemplar; y para que no causase ruina , espiritual entre los menos instruidos, determinó predicar contra ellos, declarando sus falsedades, para que no bebiesen el pestífero veneno, encu- bierto en aquellos heréticos papeles. Pero no con- tento con esto, quiso responderle tambien y to- mando su ardorosa pluma, templada al fuego del amor de Dios y celo de su fé, imprimió una fuerle y metódica impugnacion de todos los errores de Policarpo; y siendo tambien muchos de ellos co- munes al luteranismo, le pareció conveniente tra- bajar una obra completa, ya contra los propios er- rores de Policarpo Laysero, y ya contra los del mismo Lutero, la cual obra componen tres tomos en fólio, que cita la biblioteca capuchina verbo Lauwrentius, y nosotros hicimos breve mencion al capítulo tercero, número diez y siete. En estos li- bros refuta los errores heréticos con oportunidad, nérvio, dulzura y pureza de estilo. Algunos dicen, que al yer el infeliz Policarpo Laysero el primer tomo de la impugnacion de su doctrina, que con R7A,

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