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- religioso, que pedia la limosna para el convento, y con esta ocasion, poniéndose la alforja al hom- bro, se entró con disimulo en casa de aquel caba-= llero sajon, que tanto le aborrecia, dispuesto á derramar su sangre por la fé: llamó á la puerta, suplicando le permitiesen hablar á aquel caballe- ro. Habiendo este hecho juicio, que quien le bus- caba era el religioso que de ordinario acudia á su casa por la limosna, le mandó entrar hasta la pie- za, en que estaba entonces comiendo. Pero luego que saludó y conoció ser Fr. Lorenzo, noticioso, segun habia antes sabido, de que él habia pro- puesto matarle; luego que vió aquella amable pre- sencia, aquel aspecto magestuoso y grave, quedó lleno de admiracion y considerando aquel ánimo tan superior á los peligros, y constante en los ries- gos; asi corrigió los movimientos de la ira ya con- cebida, así los apagó, que no solo le recibió con humanidad y benevolencia, sino que de lobo voraz pasó á blando cordero, enviando socorrido con copiosa limosna, al que tan poco antes tenia dedi- cado á una cruel y violenta muerte. Quedó, pues, el varon ilustre en glorioso y duplicado triunfo; pues no solo consiguió, mediante su sabiduría ayu- dada del cielo, desterrar la contumaz herejía, si- no tambien establecer en su corazon el afecto sin- gular á los capuchinos, de quien fué mucho mas devoto que antes, socorriéndolos abundantemente en sus necesidades; y lo que es mas, visitando al siervo de Dios con mucha frecuencia en nuestro convento de Praga y consultando con él todos sus negocios.