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e grada Escritura, de la cual se vale la Iglesia roma- na y aprobó el Concilio de Trento, el predicante en sus discursos citaba siempre com mucha pompa textos hebreos, caldeos y griegos, segun la edicion alemana, hecha por el mismo Lutero, llena de.er- rores y alteraciones: y sabiendo Brindis, que Poli- carpo no era versado en aquellos idiomas, llevó consigo la Biblia impresa en las tres lenguas, he- brea, caldea y griega, y dijo así: «Para que veais, «señores, el carácter de este engañador del pueblo, «aquí os presento estos libros, que son la Biblia «Sacra en hebreo, caldeo y griego, á la cual, se- «gun él dice, se debe solamente creer, y no ense- «har cosa que ella no diga: Mis discursos todos «han sido fundados en esta Biblia, ¿omo lo. demos- «traré á cualquiera con facilidad, lo que no podrá «hacer Policarpo: tomad estos libros y llevárselos, «que yo aseguro, que ni los sabrá leer, ni menos «entender.» Dicho esto, concluyó el discurso y. se bajó del púlpito. No se puede bastantemente pon- derar la admiracion que causó en los presentes la libertad apostólica. con que predicó el varon san- to, sin temer los respetos humanos, quedando todos confundidos y maravillados. Hallábase presente el varon de Barbisi (1), secretario del emperador, y tomando la Biblia de Brindis, la llevó á palacio con ánimo de mostrarla á Policarpo; pero aver- gonzado este de verse públicamente deshonrado delante de toda la corte y sus ministros, huyó aquella misma noche de Praga, sin dejarse ver de l; Suma pág. 46.

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