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- — 182 — «nosotros y el duque de Sajonia y si él ha podido «traer consigo á un hombre perverso y que con «mentiras y engaños propuestos desde tan públi- «co lugar, como el púlpito, está haciendo contínua - «guerra á la razon y á la verdad, ¿por quéá nos= «otros se ha de negar la natural defensa contra sus «injuriosos y falsos dogmas en perjuicio de las al- «mas, en descrédito de la Santa Romana Iglesia y «menosprecio de nuestra fé, que con el silencio «que conservamos, va cada dia perniciosamente «creciendo? ¿Por ventura se debe temer mas á la «ofensa del duque de Sajonia, que á la de Dios? «¿Es posible que habemos de callar unos con in= «digna omision, cuando hablan otros con desaho- «gada y sacrilega impiedad? ¡Que no haya quien «rota la prision en que nos tiene la cubardía, con- «fule y destierre el error! Sean (dijo lleno de celo «el varon santo), sean los que quisieren perros. «mudos que no $e atrevan á ladrar contra el lobo «Carnicero, que hoy despedaza las ovejas de Je- «sucristo, que yo no hallo, ni leve razon, que me «excuse de oponerme á esta fiera en tan grave y «urgente causa.» 15. Dicho esto con admirable celo de la fé, to- mó la pluma, é impelida de este sagrado fuego, es- cribió varios carteles, en que desafiaba á Policar- po y á cualquiera de sus sectarios á pública pelea, primero eu el púlpito y despues en la cátedra. Se- ñalando diasy lugar para esta cristiana lid, man- dó fijarlos en los sitios mas públicos de la ciudad, sin reservar el palacio imperial, para que llegase á noticia del mismo Policarpo, despreciando todo

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