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— 175— caba las almas de la tiranía del demonio, peregri- nando por tantas tierras, sin darse por sentido del sonrojo que habia padecido en el sermon, le en- vió á llamar á su palacio, donde en compañía del conde de Vizconti, fué magníficamente recibido, dándole gracias por haber llegado á desengañarle de su mala vida; y no contento con este agasajo, le fué acompañando hasta salir de la ciudad, cuan- do determinó marchar de ella. 10. Ocho meses duró este Apostólico ejercicio entre la confusion de herejes, sin que en tan ma- nifiesto riesgo y tiempo dilatado, experimen tase el santo padre 6 sus compañeros la menor lesion de sus contrarios, no obstante el secreto con que le acechaban la vida, maquinando darle muerte en algunos casos, los cuales reveló Dios á su siervo, y con sola la señal de la cruz quebró los lazos que tenian armados, y quedó libre para cantar con el profeta rey la victoria de sus enemigos. Pero ¿qué mucho librase Dios de tantos riesgos, á quienes trabajaban por su divina honra con puros y since- ros corazones? para lo cual procuraba siempre nuestro beato Lorenzo exhortar primero á sus sol- dados, que limpios de culpas, procurasen no des- edificar lo que él edificaba por otra parte con tanto trabajo; pero uno de ellos cometió algunos defectos: que desagradaron mucho al siervo de Dios, así por ser contra el cielo, como por desacre- ditar la empresa, que ejercia acá en la tierra: re- prendió severamente al pecador soldado; pero como el árbol malo no sabe dar fruto bueno, despre- ciando la reprension, volvió á cometer la misma

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