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— 170— breves muchas horas en el inútil ó ilícito pasa- tiempo, haciendo salva al demonio, y arguyen de moroso á un breve rato de media hora en la pre- sencia de Dios! El tiempo de la Misa, dicen, que es preciso para sus negocios y el tiempo de sus diver- siones, nunca á sus negocios hace falta. 6. Ni San Pedro con la amorosa vista de Jesús, se halló mas acusado y compungido, cuando le es- taba negando, que el conde de Vizconti con la vis- ta de Fr. Lorenzo, en medio de su tribulacion y angustia, á quien la Magestad Divina ilustró con soberanas luces, para conocer la ceguedad de su espíritu. Sosegóse el ánimo turbado, y puesto en oracion, meditaba aquellos puntos ó máximas, que el venerable padre le habia señalado por materia, cuando volviendo los ojos al altar, vió que el sier- vo de Dios Fr. Lorenzo, elevado en el aire, inmóvil todo su cuerpo, clavados los ojos en el cielo, su- dando fuego su cara, despidiendo su rostro clari- dades y suspenso en el amor de su Dios, estaba sumergido en un profundo rapto y éxtasis amoroso. Admirado el conde con prodigio tan estupendo, se acercó mas al cuerpo, y besando los piés, que es- taban mas de un codo sin tocar la tierra elevados en el aire, no sabia qué hacerse en tan impensado lance: avisar á los religiosos, era privarse de aquel rato tan gustoso á su admiracion: no avisar, le pa- recia hacer injuria á los favores de Dios y santidad de su siervo, ocultándola á cuantos podian ser tes- tigos de este favor especial; pero advirtiendo, cuán hechos estaban los religiosos á ver, así estos como otros muchos regalados y frecuentes éxtasis de ex- A ! 5 EPR a
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