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— 165— gabinetes de los potentados de la Europu Con- cluidos felizmente los negocios, y hallándose esti- mado de todos los cortesanos y ministros extran- jeros, pero mucho mas del Duque de Baviera, quien le amaba tiernamente, no le permitia su fervoroso celo estar un punto ocioso sin derramar las luces de la fé entre los mas necesitados. Deter- minó, pues, hacer una mision por varias partes de Alemania, como el Palatinado, Sajonia, Salisburgo y Ciudad Franca, provincias todas infestadas mi- serablemente de herejes y malos católicos. Pro- puso al duque su pensamiento, diciendo: «Serení- «simo señor: no extrañará Vuestra Alteza os diga, «como habiendo cumplido con el ministerio que «se me encomendó por la Silla Apostólica, y por «mi soberano el Rey católico de las Españas, me «hallo interiormente llamado de la voluntad divi- «na para predicar á los pobres herejes de Alema- «nia, engañados de sus falsos ministros protestan- «tes, y que así puedan ver la luz de la verdadera «fé, y convertirse á la Iglesia Romana: ya sabeis «tambien cuánta necesidad tienen los católicos, «que viven entre los herejes, y pues, por unos y por «otros murió Jesucristo nuestro bien, quiere este «Señor y me manda, que fiado en su poder, vaya «á sembrar entre ellos la divina palabra. Esta es «la voluntad de Dios, y espero que ayudado de «vuestras oraciones, tengo de conseguir el fin tan «deseado.» Turbóse el duque al oir esta inopinada propuesta: lo uno por verse privado de su amable y santa compañía, y por consiguiente de sus acer- tados consejos; pero mucho mas por el peligro en

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