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> este don celestial, sino que solicitó fervoroso, ya en disputas, ya en sermones, comunicarle á los mas obstinados infieles; y con este ánimo corrió ca- si toda la Alemania: ocupó los mejores púlpitos de Bohemia, Ungría. Baviera, Austria é Italia, donde se entró con grandes riesgos del martirio que tanto deseaba. Redujo muchos herejes á la obediencia: de la Iglesia: convirtió gran número de judíos á la fé de Jesucristo; pero incurriéndo en riguroso ceño de los que se quedaban en su ciega credulidad, fué maltratado varias veces, no solo con palabras, sino con obras, dándole muchos golpes, aunque siempre menos fuertes que la constancia firme de su fé. San Agustin (1) dijo en elogio de un mártir, que apoyó con su sangre, lo que habia predicado su lengua: Enseñó (dice) con fidelidad lo que habia de hacer y ejecutó varonilmente lo que habia enseñado. Así el beato Lorenzo manifestó bien á los herejes y judíos, que los católicos no solo enseñan con la voz sino con las obras, las verdades en que les empeña su fé. | 2. Una muestra grande de su fervoroso celo y encendida fé nos dejó el siervo de Dios, hallándo- se en Baviera el año de 1611, á donde le llevó la honra y gloria de Dios, con el supremo carácter de Nuncio Apostólico y Embajador del rey católico de las Españas, para tratar (segun diremos des- pues) (2) los negocios mas graves, que en punto de religion é intereses, llamaban la atencion de los - 2 D, Aug. Serm, 107, de Divers. cap. 3. 1 Capit, 18, núm. 2.

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