BCCPAM000527-5-29000000000000

«— 166 por los católicos, disponiéndolo asi la divina pro- videncia, se evitaron estos males (1). | 16. ¡Pero á donde no llega la malicia de los hombres obstinados en la culpa! No cesaron de maquinar los herejes contra el siervo de Diosy sus hijos los capuchinos. Introdujeron con maña en palacio á un grande astrólogo, 4 nigromántico, que con sus ficciones, mañas y figuras aparentes, tenia á unos divertidos y á otros admirados; y co- mo el emperador se hallaba poseido de aquella profunda tristeza, le franquearon su trato con el fin de alegrarle y divertirle. Fué poco á poco ha= ciéndose dueño del corazon del César: y como no - bastasen todas sus artes y marañas para darle con- suelo alguno (aquí la astucia de Satanás), pregun- tóle el astrólogo, cuál era la causa de tanto mal. Y diciéndoselo el emperador dió un gran suspiro. aunque fingido. el astrólogo ydijo: «¡Ah Señor! «¡ah Señor! yo no habia querido contristará V. M.. «Cesárea con las señales evidentes y noticias cla- «ras que varias veces he conocido en mi arte, en «que se me ha dado á entender con sobradas luces, «que esos frailes capuchinos conspiran contra la «preciosa vida de V. M. Cesárea. El corazon, prosi- «guió el astrólogo, es leal y él mismo siente de an- «temano lo que ha de suceder. ¿Qué es, Señor, es- «ta tristeza que aflige á V. M. Cesárea sino presa- «gio infausto de lo que le espera, á no ponerse re- «medio pronto y oportuno? La vida y el imperio «de V. M. C. está para caer al impío influjo de Fray (1) Suma fol. 85,

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz