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AA, 1. Ms — 145—= 10. Implacable es el furor de los herejes para con los católicos: maquinan siempre contra sus vidas, contra sus bienes, contra su fama y contra cuanto tienen, sin que jamás se sacie su sacrilega impiedad. En Alemania han padecido mucho los capuchinos desde el principio de su fundacion, como tan opuestos á sus errores, segun iremos viendo en esta historia; y como nuestro beato Lo- renzo fué el indador de aquellas dilatadas provin- cias (que tanto fruto han dado, y están dando á la Iglesia Ca ólica en la conversion de los herejes) no es maravilla que le persiguiesen tanto. Hallá- base en Praga el siervo de Dios estimado del empe- rador y mayores principes del Imperio, que le ve- neraban como á sugeto que habia destinado la providencia divina para admiracion de aquel siglo, y aun de los venideros. Eran sus palabras oráculos: sus acciones prodigios, y lo mas noble y encum- brado de aquella capital se sujetaba á su arbitrio, teniendo cualquiera, aun de los mas ilustres,á gran fortuna ser admitido á su trato y conversa=- cion. Era uy sobresaliente la luz de estos hono- res, para que la envidia de los enemigos del siervo de Dios la tolerasen, con que procuraron apagarla, y aun lo consiguieron por algun poco de tiempo, maquinando una falsa calumnia. Publicaron, pues, los herejes entre aquellas personas, que conocian eran á propósito para este fin, que Fr. Lorenzo con capa de santidad y religion iba disponiendo un da- ño gravísimo á la república, que si en breve no se atajaba, podria traerla á su última ruina. No nos dice la historia, qué daño era este; pero >.

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