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E como fueron el mal de gota, dolores vehementísi- mos del estómago y otros, en que mostraba una invicta paciencia. Donde mas tiempo estuvo malo fué en la ciudad de Nola, en Senogalia, en la ciu- dad de Lieja de los Países Bajos, en Milan, en Vie- na, y en Venecia donde dió el siervo de Dios ad- mirables ejemplos de paciencia y sufrimiento. Padecia tambien el varon santo el agudísimo mal de piedra, cuyos dolores son tan récios y vehe- mentes, que por hallar alivio se dejan los pacien- tes abrir con peligro próximo de la vida. Esta pro- lija y penosa enfermedad fué piedra toque, que descubrió los subidos quilates de su paciencia, y la oficina en que se pulieron y perfeccionaron sus virtudes con el buril de contínuos dolores. En me- dio de esto los toleró el siervo de Dios por larguísimo tiempo con tanto silencio y quietud, como si bra- mara la tempestad en muy separada region, sin darse por entendido de tan grave dolencia. No es dueña de sí la naturaleza, cuando se halla con ve- hemencia agitada: busca el desahogo por donde puede, ú en las voces, óú en el llanto, ó en el gemi- do; pero así habia conformado nuestro Lorenzo su voluntad con las disposiciones del cielo: así forta- lecia la divina gracia su corazon, que nunca le debió aquella continuada y urgente angustia, ni voz, ni gemido, ni llanto. Con la misma: constan- cia de ánimo toleraba en Milan los gravísimos do- lores de la gota, aumentados á veces con el impetu furiosamente devoto de los que solicitaban su bendicion. No pocas veces tenia el pacientísimo varon ambos piés con aquella ardiente y maligna
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