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in mayor admiracion es, que despues de tantos años, en que su conocimiento fué bajando muchos es- calones hácia el abismo, nunca le pareció que se habia encontrado á sí mismo: tan hondo estaba aquel suelo. Hasta aquí supo llegar el abatimiento del varon santo, que es mucho mas allá de la ad- miracion y de la alabanza, no pudiendo descender tanto ni el asombro, ni la pluma. CAPITULO VI. Paciencia insigne del Beato Lorenzo de Brindis. 1. La humildad y la paciencia son dos virtudes tan intimamente unidas, que nunca se halla una sin otra. No hay trabajo, ni adversidad, que no lle- ve con paciencia el que es verdaderamente humil- de. Conoce este, que siendo la criatura mas vil y despreciable del mundo, no solo no es acreedor á los honores, sino aun se reputa por indigno de la tierra que pisa. Cuando no le dan los puestos y dig- nidades, nada le altera, pues conoce no tiene mé- ritos para ello. Cuando le privan de lo que tiene, se conforma, no hallando razon para la queja. Si la pobreza, la enfermedad, la persecucion, el des- precio, la infamia y demás penas temporales le afligen, luego se acuerda de sus culpas y la pena elerna que por ellas merecia, y todo le parece poco. ¡Oh virtud hermosa! ¡Oh virtud entre todas la mas apacible, la mas agradable y la mas bella! Buenas son todas las virtudes; pero algunas se muestran con ciertos coloridos de displicencia, que suelen

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