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Dios, jamás se le oyó expresion alguna que indi- case el menor talento, reputándose por el mas des- preciable é ignorante del mundo. Cumplió, pues, perfectamente con aquella sentencia del gran pa- dre de la Iglesia San Agustin, que dice: (1) «Debes «pensar y ponderar, si quieres ser humilde, qué es «lo que te falta de virtud: no lo que tienes. Lo que «tienes, si es algo, pon mucho cuidado no lo pier- «das. Lo que no tienes, suplica á Dios te lo dé. De- «bes considerar, que eres á todos menor y no su- «perior á alguno. Si piensas que has adelantado «alguna cosa, teme no vaya envuelto en ella algu- «na especie de hinchazon. Si en realidad reflexio- «nas lo mucho que te falta de virtud, te avergon- «zarás ciertamente de verte tan atrasado y llorarás «con amargura. Ultimamente, si eres humilde, an- «darás con cautela: no te precipitarás, no caerás.» Hasta aquí San Agustin, en cuya admirable doc- trina copió nuestro humilde Lorenzo la série de sus acciones. El abatimiento es sin duda el cami- no por donde se descubre este tesoro, que se es- conde hasta las entrañas del abismo; pues nos enseña el dulcísimo Bernardo (2), «que tarde, 6 «nunca se da fondo en la humildad, sino por los «rumbos de la humillacion.» Fué todo el conato del beato Lorenzo abatirse con tanta violencia, como que se precipitaba, y á lo menos bajando desde sí mismo cada dia, hasta tropezar práctica- mente con el centro de la nada; y lo que causa - 1) D. August, super Mat. serm. 59. 2) D. Bern, epíst. 87. ]
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