BCCPAM000527-5-29000000000000

— 118— to varon; pero le sucedia lo que á Santa Paula, viuda Romana, de quien escribe San Gerónimo (1): Que huyendo de la gloria, quedaba mas incapaz de li- brarse de ella; porque la naturaleza de los honores, es esconderse de quien los busca, y buscar á quien los desprecia. De aquí vino, que estando el santo Ge- neral en nuestro convento de Milan y habiendo concurrido á él gran multitud del pueblo, para re- cibir su bendicion y no pudiendo vencerle por su mucha humildad, tuvieron que recurrir al Cardenal Federico Borromeo, Arzobispo de Milan, para que se lo mandase y no quedasen aquellos fieles sin el consuelo que deseaban. Oyó la súplica, como jus- ta, el Cardenal y le mandó que subiese al púlpito y desde allí les echase la bendicion: con que á lo menos consiguieron en comun, lo que cada uno deseaba en particular. Pero no solo la plebe solici- taba ansiosa la bendicion del varon santo, sino las personas del mayor carácter. En la misma ciudad de Milan el Excelentísimo Señor D. Pedro de To- ledo, quinto Marqués de Villafranca y Gobernador por el Rey Católico de Milan y sus estados (de quien hablaremos repetidas veces, en esta histo- * ria), tenia tanta veneracion al siervo de Dios, que puesto de rodillas muchas veces, le pedia con hu- mildes instancias le echase su bendicion, con que recibia gran consuelo. Lo mismo hacian el Archi- duque Matías, que despues fué Emperador y el Ca- dernal Ludovisio, legado apostólico en Milan y des- pues Gregorio XV postrados á los piés del santo (DS. Gerón. Epitaph. Paulco.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz