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— 108— y aunque lleno de triunfos y laureles, para su concepto lleno de confusion y abatimiento, pues nunca pudieron los aplausos exteriores mudar su concepto interior, de que era nada. 15. Los elogios que mereció de la Santidad de Gregorio XIV, Clemente VIII y Paulo V, de los car- denales y de toda Roma, no es fácil de comprender. Miraban y admiraban enél un varon grande de aquellos que producen pocas veces los siglos y aunque todas las virtudes arrebataban la atencion, su rara y exquisita prudencia para el manejo de negocios graves, daba mucho realce á todas y á cada una de ellas. No solo estas legacías fió el Pon- tífice á la discrecion del varon santo, sino otras muchas, como veremos despnes y aun se puede asegurar, que apenas hubo negocio grave en la Iglesia durante los pontificados de Clemente VIII y Paulo Y, que no se consultase y decidiese con la sábia prudencia de Brindis. Llegó el año de 1613, en que se celebró Capítulo general y teniendo los padres presente lo que habia crecido la órden en virtud y letras durante su generalato, le nombra- ron Difinidor general y despues comisario general de la provincia de Génova y habiéndose celebrado Capítulo en Pavía, le eligieron los padres de aque- lla provincia en su ministro provincial. Encusóse el siervo de Dios por sus achaques y particular- mente por no poder visitar á pié la provincia, como se usa en los capuchinos en cumplimiento de sus leyes (1); pero los padres no admitiendo las excu- (1) Constituciones generales cap. $.
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