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eb AÑ ; el hilo, aun siendo de oro. No queria que desde el púlpito se señalasen ó tildasen personas, niaun por rodeo, y mucho menos á ninguno de los ma- gistrados ó ministros públicos, cuando desde lue- go se habia de seguir escándalo, como regular- mente sucede, y á los que incurrian en este into- lerable exceso, les apartaba de aquel ejercicio. Encargaba mucho que cuando reprendian los vi- cios, hablasen no en tercera persona, culpando á los demas, diciendo: Vosotros con la mala Corres pon- dencia y repetidas culpas, volveis á crucificar d Cris- to; sino: Nosotros con la mala correspondencia, etc. pues de este modo se inflamaba mas el afecto de los oyentes y se evitaba el escollo en que tropeza- se con algun individuo, y esta máxima dejó muy recomendada á sus hijos. A los que predicaban con mas espíritu y se hallaban adornados de aquel feryoroso celo, que hace de la voz relámpago, y no solo alumbra, sino que abrasa las almas, los su- blimaba mucho. Valíase de su industria en las empresas mas árduas, fulminando estos rayos s0= bre los montes mas levantados de la tierra. En la conversion de la gentilidad, empleó el siervo de Dios (como se ha insinuado poco ha) las lágrimas mas puras y mas vivas; y envió tan ilustres ope- rarios por aquellas campañas, que reslablecieron el semblante dela razon humana, desfigurada del todo con la lobreguez de los ..errores paganos. Al mismo tiempo que el siervo de Dios combatia fe- rozmente con las infernales hidras de la Europa, que vomitaban humo envuelto en llamas contra la Iglesia, ardia el corazon del B. Lorenzo en el celo

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