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— regir lo que habia juzgado crímen. Dijéronle, como habia ya muerto;y levantando los ojos al cielo, ex- clamó diciendo: ¡Oh mi Dios! perdonad á este pobre religioso, que sin duda no sabelogue se ha hecho. Y vol- viendo los ojos al edificio, desahogando contra él su « enojo, le hirió con su indignacion, desaprobando el exceso. ¡Portento á la verdad digno de tenerse pre- sente, para escarmiento en todas las edades! El con- vento que por su fortaleza parece habia de vencer en su duracion á muchos siglos, desquiciado con esta terrible sentencia como si fuera un rayo bajado del cielo, vino luego á tierra, castigando en las piedras muertas para escarmiento de las vivas, la severa sentencia del que celaba tanto la observan- cia de su instituto. Continuando la visita por las provincias de España el año de 1603, segun consta de los manuscritos de la provincia de Aragon, lle- gó al convento de Calatayud, que entonces estaba fundado en unas peñas que hay sobre la misma Ciudad; y viendo el varon santo la incomodidad de los religiosos, lastimado de su triste situacion y peligro en que vivian, mandó en nombre de Dios á aquellas peñas que sin detrimento de los reli- - giosos, se fuese deshaciendo, hasta dejarlo inhabi- - table, y mejorasen de sitio, como sucedió. Fabri- caron los capuchinos este convento el año de 1600 en unas cuevas de una gran peña salitrosa, que domina la ciudad. Allí hicieron celdas, dormito- rio, iglesia, refertorio, cocina y demás oficinas para una comunidad, donde vivian metidos en aquellas cuevas, como unos ermitaños en el de- sierto; y aunque tenian celdas, dormitorio, iglesia,

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