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> eS E sus habitantes, y recogidas las velas de su espíri- tu, se postraba á los piés de Jesucristo, y pedia por aquellas bárbaras naciones, ofreciéndose en víc- tima y sacrificio. Aunque á porfía se convidaban muchos religiosos para las misiones de los infie- les, no á todos admitia para tan árdua empresa, penetrando con divino instinto lo que á cada uno convenia. Así sucedió con San Serafin de Monte- granario, como hemos escrito en su vida (1), que pidiendo al siervo de Dios, siendo general, le en- viase á tierra de infieles para dar la vida por Je- sucristo, le dijo que no le convenia y que el Se- ” ñor le tenia destinado para otras cosas. DÁ: 12. Se ha insinuado en otro lugar, que el beato Lorenzo, sin faltar á la prudente suavidad en su 7 acertado gobierno, usaba tambien del rigor, cuan- A do lo pedian las cirsunstancias, sin mirar á los respetos humanos. Dos casos entre otros probarán esta verdad. Visitando el varon santo la provincia de Cataluña, despues de haber celebrado Capítulo en el convento del Monte Calvario el dia 20 de Ju- nio de 1603 (2), llegó á un convento y hallando en la Iglesia ornamentos ricos y preciosos y sobre to- do un sepulero muy suntuoso y magnífico, con una arrogante estátua de un ilustre personaje que aun vivia y le habia mandado labrar para enter- rarse en él; y que despues de sus dias se celebra- se un aniversario con gran pompa y solemnidad lo cual es contra nuestra pobreza y simpli- Serafin, cap. 12. n. 1. na de Rossi. cap. 8, fol. 107.

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