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no ds mido, conociendo que á veces es piedad mostrarse cruel, y que es casi imposible regir á muchos sin mezclar algun ágrio entre las dulzuras del cariño y de la suavidad, y este era el martirio mas penoso á la blanda condicion de aquel noble pecho. Era un Argos de todos sus súbditos aun de los que vi- vian mas remotos, y no obstante apartaba los ojos muchas veces para que no fuesen molestos al de- lincuente, y otras se mostraba ciego ú dormido para disimular algunas faltas. Decia que hace in- sufrible el dominio de quien trae siempre de cen- tinela el cuidado. y levantado perpétuamente el azote. Malos pensamientos trae quien de contínuo anda zelando á los suyos. Esta era frase comun del varon santo; y que á veces la mayor sabiduría consiste en afectar ignorancia y que quien no sabe disimular, ni sabe ser rey, ni debiera ser prelado; que se persuadiese el que gobernaba, á que mien- tras hubiese hombres, habria culpas, y que que- rer castigarlas todas, sobre aumentarlas, era olvi- darse que el barro fuese quebradizo. Aseguraba á los prelados, que gobernando con esta prudencia, tendrian muchos súbditos, pero muchos mas hi- jos, pues en habiendo suavidad en el que manda, no puede dejar de ser ligero el yugo mas pesado al que obedece, pues muchas veces no hace insufri- ble el yugo en la religion, ni la pesadez, ni la opre- sion de la cerviz que le recibe, sino la aspereza del que le impone. Guardaba mucho el honor de sus hijos; no creia de ligero la noticia que empañase la honra, aunque tuviese los mas aparentes visos de cierta, porque la mancha que una vez se imprime

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