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de Sigmaringa 95 mente un Santo, os suplico por sus méritos que salveis el fuerte! jSalvadnos!» Se levanté al instante un viento contrario que alejé las llamas en direccién opuesta. Obedeciendo las érdenes de Alwig, vuelven los soldados y entran en el fuerte. siendo tes- tigos de un estupendo milagro: en medio de la pGlvora extendida por el suelo encontraron carbones todavia encendidos sin haberla infla- mado. Entonaron todos un canto de amor y gratitud al glorioso Martir. El Conde Alwig no se daba gran prisa pa- ra separarse de aquel riquisimo tesoro y fue- ron necesarios varios avisos y apariciones del Santo para decidir la trasiacijn de su cuerpo, que se llevé a cabo en les dias 4 y 5 de No- viembre de 1622. Cuentan los historiadores que jamés_ pre- senciaron los montafieses de Suiza una solem- nidad tan grande. El general de S. M. I. colo- cé el cuerpo del Santo en un carro cubierto de los mas ricos tapices y arrastrado por sus me- jores caballos pomposamente enjaezados. Las tropas del Emperador, movilizadas para esta ceremonia, formaban filas a los dos lados del trayecto. El Obispo de Coira saliéd a cierta
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