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84 Vida de San Fidel las manos de los verdugos. Atin pudo uno de éstos asestarle un golpe tan violento, que el P. Juan perdié el conocimiento. Creyéndole muerto, dejéle el asesino bafiado en su propia sangre. Los dos generosos protestantes tras- portaron la victima semimuerta al castillo de Abundio, donde este noble sejior le prodig6 to- do género de cuidados, hasta su completa cu- racién. Pero volvamos a nuestro martir. «Cuando hubo cesado el estrépito de las armas dice un testigo, me dirigi al campo de Seijanas. Alli vi al Santo, tendido y ya mori- bundo. Cuando yo le miré deshecho en lagri- mas, levanté los ojos al Cielo, respiré profun- domente tres veces. y su alma volé a las eter- nas mansiones de la gloria. Después que hubo expirado, me acerqué y lo examiné mas dete- nidamente. En la cabeza, cubierta en parte por el capucho, veianse dos grandes heridas; otros dos goipes habian herido la tibia de una pierna. y u sangre enrojecié la tierra.» Dice la tradicién que en el momento que expiré el Santo, broté milagrosamente una fuente en ellugar de su martirio. Esta fuente no se ha secado nunca, y atin en nuestros dias se la llama Fuente de San Fidel. gg ggg 59 so ae ®

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