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~ oy pS ee oe ee — ar eres Prsiegen 82 Vida de San Fidel del ptilpito, sin causar mayor dafio. Victimas del panico los cyentes se dieron a la fuga. Bajo el P. Fidel del ptilpito y cayé de rodillas al pié del altar. Acercése a él el sacristan y le aconsej6 que no saliese de la iglesia en vis- ta del peligro que le amenazaba. «Buen hom- bre, respondié el misionero, estad sin cuidado, yo no tengo apego a la vida; la he puestoen las manos de Dios y en las de su santisima Madre.» Dicho esto, salié por la puerta de la sacristia. Acompaiidbale el capitan austriaco Joaquin de Colonna, barén de Fels. Tomaron ambos una senda que conducia a Griisch, sustrayén- dose a sus enemigos por una curva del cami- no. Llegados al campo de Seljanas, a un tiro de fusil de Seewis, cayé sobre ellos una ban- da de rebeldes. El oficial fué conducido al castillo de Salis en Seewis, y los amotinados, armados de espadas, horcas y porras, cayeron sobre el Padre mas fieros que el leén cuando se arroja sobre su presa. gAceptdis o no nues- tra fé? dicele uno de ellos. «Yo no he venido ayui para hacerme hereje, respondié con cal- ma, sino pera extirpar la herejia y devolveros la verdadera religién catélica. Espeio y con- ge ag sg Oo co et eect tesecth

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