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de Sigmaringa 81 bablemente habiale dado Dios a entender el género de muerte que le esperaba algunas horas mas tarde. Terminado el sermdén, se arrodillé ante el altar, oré6 con gran fervor y levantandose lleno de valor, fué delante de la muerte aSeewis acompaiiado del capitan, ba- ron de Fels yde algunos oficiales y soldados. Caminaba con unajalegria indecible, cual atle- ta seguro de la victoria, y lleg6 a Seewis ha- cia las nueve de la manana. Estaba la iglesia de bote en bote. Todos aquellos corazones palpitaban de una emoci6n feroz. Subié el Pa- dre Fidel al ptilpito, y antes de empezar, es- tuvo unos momentos pensativo, absorto, como si le hubiera sobrevenido algtin grave aconte- cimiento. Después de su muerte se averigué que habia encontrado en el ptilpito un papel con estas palabras: «Predicards hoy, mas éste sera tu tiltimo sermoén.» Habl6é dela vanidad y del amor propio, demostrando que casi todos los pecados di- manan de estas dos pasiones de nuestra natu- raleza viciada. Oydése de repente un ruido es- pantoso. Los soldados que custodiaban la Igle- sia fueron asesinados, y una bala dirigida contra el P. Fidel, fué a dar en las paredes a 569 sea Bac tact nett c

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