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. ; | | ete nee antennae adams oongermeseengininennttonn nooner . es = Vida de San Fidel 80 Seewis invitandole a predicar al dia siguiente en su pueblo. A esta invitacién afiadieron aquellos hipécritas: «Estamos pesarosos del escadndalo que promovimos durante uno de vuestros sermones, y juramos que en adelante tendremos calma y os seremos obedientes.» Fidel, que comprendia todo el valor de estas afirmaciones, dijo a su compafiero: «No espe- ro cosa buena de los habitantes de Seewis: su lenguaje no es sincero: iré, no obstante, para cumplir hasta el finlos deberes de mi minis- terio.» Llegé la mafiana del 24. El P. Fidel se confes6 de madrugada con el P. Juan, y envié al principe-abad de Saint Gall una carta de despedida en la que hablaba claramente de su préxima muerte. Celebré la santa misa con una devocién tal, que edificé sobre manera a todos los circunstantes. Después de la accion de gracias, subié al ptilpito y hablo a los sol- dados sobre la blasfemia. De repente se para, faltabale la palabra, palidece su rostro, per- manece su cuerpo inmoévil como en éxtasis. Poco a poco fué volviendo en si, pudiendo acabar el serm6n con una elocuencia arreba- tadora. ¢Qué es lo que pasé eu su alma? Pro-

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