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de Sigmaringa 77 «El libertinaje ha hecho entre nosotros pro- gresos tan espantosos, que ya no se le mira como un mal, y aun llegan a considerarse los actos de disolucién como obras de subido mé- rito.» (Hopenrod). Basta con el testimonio de estos dos protestantes. El mismo Lutero veiase forzado a confesar: «Desde la predicacién de nuestra doctrina, el mundo se vuelve cada dia mas malo, mas impio, mas desvergonzado.» La Reforma habia introducido en el Prati- gau todos estos desérdenes, y al igual que en otras comarcas infestadas de su veneno, pro- dujo en él revueltas politicas. No pudiendo couseguir los herejes que apostatase el go- bierno, trabajaron por derribarlo, siguiendo la norma trazada por Lutero: «Los monarcas, principes y sefiorés que forman parte de la turba de Sodoma (de la Iglesia Romana) deben ser atacados con toda clase de armas, Hay que lavarse las manos en su sangre.» jAy! el maestro fué desgraciadamente obedecido por los grisones. Los protestantes, es cosa proba- da, emplearon los medios mds violentos, el destierro. la prisién, el hierro, el fuego, para sacudir el yugo de Ausiria y destruir {a reli- gién catélica. ¢Quiénes eran los principales Soy Sn ay ay O wee Ect pelt tte tt}
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