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76 Vida de San Fidel herético. Para justificar estas medidas y to- das las otras de la Orden basta recordar algu- nos principios elementales de derecho natural. Todo gobierno tiene el derecho y el deber de amparar, enla medida que le sea posible, las buenas costumbres, de reprimir el bandi- daje, de defenderse contra sus injustos agre- sores, cualesquiera que estos sean: derecho y deb-r cuyo libre ejercicio requiere la fuerza, cuando los demas medios son insuficientes. Todo gobierno cristiano tiene el derecho y el deber de protejer la religién de Jesucristo: para esto, antes que para todo, ha recibido la espada de la justicia: tiene pues, el derecho y el deber de servirse de ella para oponerse, aun con la fuerza, alainvasién vfolenta de la herejia. Ahora bien, la Reforma entrafiaba la corrupcién de las costumbres y las revolu- ciones politicas. Nada mds _ natural. Aproban- dos todos los pecados, exceptuada la incredu- lidad, abria la puerta a todos los vicios. Ya desde sus principios llegé a tal punto laco- rrupcién, que alarmé a los mismos protestan- tes. «Poco podemos alardear de continentes: cada dia vemos acentuarse mas y mds toda clase de corrupcién.» (Sacerio)

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