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74 Vida de San Fidel gusto todo génerode dudas. Serdles igual- mente permitido discutir libremente con los Padres; 10.°. Cada individuo debe comunicar su Opinién, cualquiera que sea, sobre todas y ca- da una de estas prescripciones, al gobernador, Luis de Baldirona, y este las trasmitird al ar- chiduque. : Acabada la lectura, el P. Fidel prometié escuchar con la mayor benevolencia a cuantos quisieran pedirle explicaciones. Didse por ter- minada la reunién sin mas incidentes. De acuerdo con el Prefecto Apostdlico, convocé el gobernador otra reunién en Lu- zein. Se intenté hacerles aceptar la Orden; todo fué inutil. Los paisanos, excitados por los ministros herejes, respondieron con mil groserias al documento. «Defenderemos hasta el fin, si es preciso, con las armas, la fe que nos han ensefiado los predicantes,» aclamaron a una voz. Detengdémonos un instante ante sus clamo- res. Antes de que oigamos sonar la hora san- grienta que ellos invocan, juzgamos necesario refutar las calumnias lanzadas por los protes- tantes a propdésito de la Orden disciplinaria.

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