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68 Vida de San Fidel blicarla y de hacerla cumplir. En el capitulo siguiente hablaremes d* esta orden, objeto de ~ recriminaciones por parte de los historiadores enemigos. El dia en que el P. Fidel debia dejar para siempre su querido puebio de Feldkirch estaba proximo. Facil es adivinar en qué aprietos se vié su carazén. Sabia por revelacién que esta era la wiltima vez que veia su querido Feld- © kirch, la ultima oracién que elevaba al cielo desde la capilla de su convento, la tiltima con- versacién con sus hermanos. Cien veces habia hablado de su fin sangriento, como de un he- cho que no admitia duda. En Feldkirch y en sus alrededores no se hablaba de otra cosa que de la muerte préxima del P. Fidel. La tl- tima vez que predicé en la parroquia di6 el ultimo adiés a los fieles. La vispera de su par- tida, 13 de Abril, presentése en la Casadela — Villa. y después de recordar alos magistrados | sus deberes, les did su ultima aespedida, no ~ pudiendo contestar aquellos sino con lagrimas. Al dia siguiente, dia de su partida, tras- portado de un ardor serdfico, abrasado en ese fuego divino que hizo a los apéstoles intrépi- dos ante los peligros y crueles suplicios, ex- Tg 7

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