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de Sigmaringa 65 de la milicia que los herejes tenian acuartelada en Sus, recorrié los campos dando el grito de guerra. «Abajo el archiduque!» Un hermano suyo, predicante como él, obraba del mismo modo, y derribaba los altares. En Griisch el predicante Bonarandi amotindé al pueblo de la misma manera. Otro llamado Stoppan, se di- rigid hacia Mayenfeld, al frente de un pelotén de revoltosos y luché contra los soldados aus- triacos. Herido de muerte, dijo antes de expi- rar: «La guerra de los federados es una gue- rra por la santa religién; por eso muero com- tento.» Los tres Padres, a pesar de su pasmosa c- tividad, no bastaban a las necesidades siempre crecientes de la misién El obispo de Coira suplicé al P. Provincial enviase nuevos misio- neros al campo de batalla en ayuda de los ve- teranos.
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