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| | | Vida de San Fidel noche el augusto Sacrificio de la misa. Parecia salir del Crucifijo esta divina stiplica: «Almas! almas! dame estas almas por las cuales he muerto en la cruz.» Las almas! el valiente apds- tol va a lanzarse a su conquista con los com- pafieros de su heroismo. Las primeras luchas que hubo de sostener le vinieron de los predicadores de la herejia. Uno de éstos declaré6 después de su conver- sién que «ellos rabiaban al ver a estos religio- sos oponerse ala herejia con tanto ardor y conseguir tantas conversiones.» «Predican con tanta claridad. decian ellos, se tan ardiente su celo, y su vida tan arreglada, tan pura, que si se les deja trabajar. la Alta-Recia tornara pronto al catolicismo.» El P. Fidel sobresalfa entre los demas por la perfeccién de sus virtudes y pasmosa eru- dicién. Los predicadores del error meditaban el modo de parar los pies al misionero. Reuni- dos en concilidbulo, convinieron en que el me- dio mas sencillo de librarse de él era promo- ver una sedicién en e! pueblo para sacudir el yugo del archiduque Leopoldo, celoso defen- sor de la fé. Aplaudieron todos este proyecto. Para conseguir mejor sus propdsitos, esta-

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