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pu vawsmnas de Sa Fidel Liegé a tal extremo su devocién, que el portero del convento de Felkirch, Fr. Mein- rad, temiendo que su querido P. Guardian comprometiese su salud por falta de suefio, se tom6 la libertad de decirle: «Padre mio, es pre- ciso que modereis vuestra devocién y cuideis mas de conservar vuestras fuerzas.» Su oracién, ardiente y filial siempre que se dirigia a Dios, revestia el caracter de ine- fable ternura cuando la dirigia a la Santisima Virgen. | CAPITULO IX es f f Devocién a Maria Povos los Santos se han distinguido por una tierna devocién a Maria. Y se ex- plica claramente. Nadie puede llegar a la per- feccién sin las gracias abundantes del cielo,y sabido es que Maria es la dispensadora de ‘ gracias. No obstante. esta devoci6n ha reves- a
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