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de Sgimaringa 31 en 1618 fué nombrado Guardian de Rheinfeld; luego de Fruburgo (Suiza) y tiltimamente de Feldkirch, cargo que desempefié hasta su mar- tirio. . Todos los contemporaneos que hablan de él, hacen elogios undnimes de su talento admi- nistrativo y de la dulzura de su caracter; era afable con todos, sin ser débil; indulgente, no pusildnime. Si usé siempre de tolerancia cuan- to lo pedia la prudencia o la caridad, tuvo la firmeza necesaria para mantener en vigor la disciplina regulaf, cortando todo abuso con paternal severidad. Nunca se hartaba de dar gracias a Dios por el beneficio de la vocacién religiosa. «Una pena tengo, decia, y es haber entrado tan tarde en la Orden.» Si estimaba la vida religiosa en su justo valor, sabia también practicar sus virtudes. Era pobre, a imitacién del Serdfico Padre. Mientras fué superior, excluyé de su convento toda provisién superflua y a veces negdbase a si mismo lo necesario. Esto no obstante, ve- laba con sumo cuidado para que nada faltara a sus hermanos, sobre todo a los enfermos. De la pobreza nace naturalmente la verda- dera humildad, y S. Fidel lo prob6é en si mis- 399 sg

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