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26 Vida de San Fidel rromeo. Un dia, recibida de sus manos la sa- grada comunién, sintid en si vivos deseos de alistarse en la Orden de San Francisco, y no par6é hasta conseguirlo del santo arzobispo. Fué durante cuatro afios profesor y confesor del P. Fidel. Veamos el testimonio que da de su santo discipulo. «El P. Fidel posefa un jui- cio tan maduro y tan clara inteligencia, que le distinguian muy mucho de sus _ condiscipulos. De un humor alegre siempre y sereno, permi- tia adivinar que su alma sin ser escrupulosa, poseia una rara inocencia. Atrévome a decir que, lejos de haber cometido pecado mortal, solo tenia que reprenderse faltas veniales muy ligeras. Su corazén ardia en fuego santo del amor a Dios y al préjimo. Todas sus palabras y acciones iban siempre acompafiadas de una prudencia extremada y de encantadora modes- tia. En fin, sostengo que el P. Fidel era mo- delo de virtud; a mi modo de entender, muy superior a todos los religiosos.»

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