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i8 Vida de San Fidel atencién: la de cartujos por su amor a la sole- dad; la de jesuitas por su cultura y celo por la salvacién de las almas, yla de Capuchinos. Después de larga y fervorosa oracién, se de- cidié por esta tiltima, pues en ella encontraba la oraci6n de los cartujos y el celo de los je- suitas. Movidle a esta eleccién el ejemplo de tan- tos hombres ilustres por su nacimiento y saber que renunciaban los honores y las riquezas para abrazar la vida austera de los hijos del Penitente de Asis. En Alemania y en Suiza se ensalzaba la herdica caridad del P. Esteban de Unterwalden y de otros muchos que habian sacrificado su vida asistiendo alos apestados. Italia estaba legitimamente orgullosa con San Lorenzo de Brindis, cuya elocuencia y mila- gros tenfan gran resonancia en todas las na- ciones de Europa. El humilde fraile San Sera- fin de Ascoli y el ilustre misionero San José de Leonisa afiadian nuevos florones ala au- reola serdfica. Bélgica veneraba, llena de ad- miracion al austero Benito de Canfeld. protes- tante convertido. En el ducado de Saboya se hablaba de las maravillas obradas por el P. f Juan de Mauriena. En Francia, los hijos de las

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