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de Sigmaringa habian recogido en Suiza, Austria, Italia y Francia, determinaron llevarlos a su ciudad. La provincia Suiza, correspondiendo a los deseos del pueblo, envié a Friburgo algunos de sus religiosos, que fueron recibidos en triun- fo por las autoridades y el pueblo, tomando posesién de su convento el afio 1601 con gran aplauso de todos los catdlicos. Los catedraticos de la Universidad apre- ciaron bien pronto la influencia que ejercia en los jévenes estudiantes la vida austera y pe- nitente de los Capuchinos. Muchos de ellos la abrazaron con amor y carifio, y no faltaron jé- venes caballeros que arrojaron de sf el cintu- rén y la espada, para cefiir su tosca cuerda. El pequefio convento de Capuchinos de Friburgo con sus numerosos novicios acusaba de una manera sensible este movimiente reli- gioso. De fos jévenes que recibieron el habito capuchino, muchos eran conocidos de nuestro Santo; algunos habian sido sus_ condiscipulos; pero nadie impresioné tanto su alma como uno que le dié el adiés para entrar en dicha Orden: era su propio hermano Jorje. En 1604 trocé la librea del mundo con la del claustro, y dejé su nombre del siglo para llamarse P. Apolinar de Sigmaringa. a ht

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