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10 Vida de San Fidel jeras, sobre todo la italiana, la espafiola y la francesa. Respetabanle todos sus condiscipulos. Para estos Roy no era un camarada, sino un maes- tro consumado, y el Rector de la Universidad decia que no habia semejante a él. Es dificil a un estudiante, que vive fuera de su familia, mantenerse firme en el camino de la virtud. Nuestro Santo prueba sin embar- go que el estudiante puede, si quiere, resistir a todos los atractivos y seducciones del mun- do. Una pureza argelical, unida a una modes- ta timidez, era el mejor adorno del joven es- tudiante. Sus ayunos eran frecuentes y rigu- rosos, y dspero sobremanera el cilicio que usaba durante la cuaresma. Tenia muy presen- tes estas dos obligaciones del estudiante ca- tolico: oracion y estudio. Tal fué el santo estudiante, dequien dice el barén Stotzingen en el proceso de beatifi- cacién: <Yo no he observado en todas sus re- laciones y en todos sus actos mas que una vi- da piadosa, consagrada al servicio de Dios y digna de citarse como modelo.» Enterados los habitantes de Friburgo del copioso fruto espiritual que los Capuchinos ga aa sas O

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