BCCPAM000526-2-20000000000000

A 4 ¿E o A A e im A A A a o 92 DEL TESTAMENTO a estas cosas acompañan; y finalmente, se atiende á las obligaciones de justicia, caridad y piedad. Por lo cual ningún cristiano debe dejar de hacer testamento y mirar esto como una Obliga- ción de conciencia y, sobre todo, no dejarlo para la hora de la muerte, siendo tan cierto que en aquella conyuntura necesitaremos el tiempo que nos dejen los dolores de la enfermedad, para aten- der á cosas de mayor trascendencia que la dispo- sición de los bienes materiales. 11 Ved ahí el motivo razonable de esa prudente y acertada prescripción de vuestra Regla, de la que al presente vengo hablando. No quería San Francisco que sus hijos los terciarios imitasen la desatentada costumbre de aquellos que todo lo dejan para el angustioso trance de la muerte. Deseaba, al contrario, que, teniendo presente el aviso de Nuestro Señor Jesu- cristo que dice (1): «Estad apercibidos, porque á la hora en que menos penséis, ha de venir el Hijo del hombre,» viviesen siempre preparados y dis- puestos á dar cuenta de su vida, ordenando, con tiempo, las cosas de su conciencia. Por esto puso en la Regla de la V. O. T. la saludable ordena- ción de hacer testamento, á fin de que los tercia- rios, cumpliendo este provechoso estatuto, se (1) Matth., XXIV, 44

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz