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4 == o o e ci hb e 90 DEL TESTAMENTO — —_—__——_ las riquezas, y el origen de su apego á las mise. rables cosas de este mundo y la fuente de donde nacen todos los males y desórdenes que á manera de diluvio universal inundan la tierra. De aquí proviene también esa apatía y des- cuido lamentable de tantos cristianos tibios y rela- jados en aparejarse con tiempo para el temeroso trance de la muerte, arreglando las cosas de su conciencia y disponiendo oportunamente de Sus bienes conforme á la justicia y á la caridad. Ena- morados de los encantos de la vida, adormecidos por el opio de los placeres, y ofuscados por el falso brillo de las riquezas y dignidades, ó no se acuer- dan de la muerte, Óó procuran alejar de sí su me- moria como enojosa é importuna. «¡Oh muerte, cuán amargo es tu recuerdo para el hombre que vive en paz en medio de sus riquezas!» (1). Por eso muchos, aun entre los que tienen fe y hacen profesión de piedad, rehusan hacer testamento en la plenitud de la vida y mientras gozan de salud, dejándolo para cuando se hallen en peligro y trance de muerte, para no experimentar la amargura y tristeza que causa la dolorosa separación de las cosas que aman. Mas esto, como cualquiera puede comprender, no pasa de ser una aprensión pueril, un vano temor ridículo y despreciable, si no fuera por los incon- venientes y perjuicios que trae consigo. Efectiva- mente: por hacer testamento, no por eso se (1) Eceli., XLI, 1.
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