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86 DEL TESTAMENTO propiedad sobre los bienes de la t tierra, con tod la mayor perfección del estado á que Dios los ha llamado, y el ser discípulos de aquel Santo que fué maestro y enseñador de la pobreza evangélica, les obliga, más que á los otros cristianos, á vivir desprendidos de las riquezas, á tener despegado el corazón de las cosas de este mundo, á poseer, en fin, en alto grado el espíritu de la pobreza, que consiste en un total desasimiento de los bienes temporales, de suerte que esté uno dispuesto á sacrificarlos cuando lo pida la justicia ó la caridad. Para conseguir todo esto y que los terciarios se ejerciten en este saludable desprendimiento, la Regla de la O. T., además de prescribirles la modestia en el vestir, la moderación y templanza en el lujo y la pobreza en el hábito, determina también: «Que los terciarios que se hallen en facul- tades de hacer testamento, lo hagan en tiempo oportuno.» Tal es el parágrafo de la Regla que me propongo comentar y el asunto que va á ser el tema de esta conferencia. Para proceder con el debido orden, hablaré primeramente de la obligación moral de hacer oportunamente testamento, y en segundo lugar, de la forma cristiana que ha de tener el testa- mento de un terciario.—Ave María. Í Tan efímera es la existencia del hombre en este mundo, tan breves los días de su vida y tan

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