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CONFERENCIA DÉCIMAOCTAVA 5 pales cláusulas de la Regla que habéis profesado, pertenéceme hoy explanar aquella que textual- mente dice: «Serán frugales en comer y beber, y no se sentarán á la mesa sin hacer á Dios alguna piadosa invocación, ni se levantarán sin darle gracias.» Cláusula profundamente cristiana y que exhala de sí el perfume del Evangelio y el aroma de las doctrinas apostólicas. ¿Quién, en efecto, al leer esta prescripción de la Regla de la O. T., no recuerda al punto aquellas palabras de Jesu- cristo (1): «Velad, pues, sobre vosotros mismos, no suceda que vuestros corazones se hagan pesa- dos con la glotonería y embriaguez;» y aquellas del Apóstol que me han servido de tema: «Ora comáis, ora bebáis, hacedlo á gloria de Dios»? Tan cierto es que esa santa Regla es un reflejo del Evangelio, una abreviación de sus consejos y norma segura de perfecta vida cristiana. Vamos, pues, con el favor de Dios, á indicar alguna cosa referente á la frugalidad y devoción que en la mesa ha de observar el terciario para cumplir lo que sobre este particular le prescribe su Regla. Y tal es el asunto que me propongo desarrollar en esta conferencia.—Ave María. Dos cosas prescribe al terciario el punto de la Regla que hoy nos proponemos desarrollar, es á (1) Luc., XXI, 4.

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