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CONFERENCIA VIGÉSIMA SEGUNDA 69 de cada uno de los hermanos de la Congregación. Como se deduce de lo que acabamos de decir, muy notable es la diferencia que existe entre el antiguo rezo de los terciarios y el que actual- mente está en vigor. Con lo cual se pone de mani- fiesto, una vez más, la misericordia y benignidad de la Iglesia que ha introducido semejante miti- gación y su altísima sabiduría y prudencia en acomodarse según puede, á las circunstancias de la época en que vive. Esto mismo significó el tantas veces mencionado Pontífice León XIII á raíz de haber hecho las notables modificaciones de la Regla de la O. T., con estas palabras: <En estos tiempos, en los que, á medida que crece el trabajo y la solicitud de la vida humana, dismi- nuye el fervor cristiano, fué necesario temperar el rigor de la antigua disciplina de la Tercera Orden, para que de este modo sean más los que se animen á seguir el espíritu evangélico de San Francisco.» (1) Con todo, el rezo actual de los terciarios, á pesar de estar tan mitigado, no ha perdido nada de su primitiva dignidad, sino que conserva toda su antigua nobleza, quiero decir, que es un ver- dadero Oficio como el que rezaban antiguamente los terciarios. Porque los doce Padre nuestros que prescribe la novísima Regla corresponden á las Horas Canónicas del Oficio eclesiástico, por este orden: cinco por Maitines, uno por Laudes y (1) En una audiencia concedida á los Padres Generales de la Orden Seráfica el 7 de Julio de 1883. PRE R TA RRA Pl
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