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68 DEL REZO DE LOS TERCIARIOS o. casi insignificante, un rezo reducido á la más mj- nima expresión. Efectivamente: sabido es que León XIII, de santa memoria, con el fin de hacer asequible el Instituto de Penitencia á toda suerte de personas, mitigó notablemente la Regla apro- bada por el Papa Nicolás IV, abrogando la mayor parte de sus austeridades y disminuyendo los an- tiguos rezos. Los hermanos terciarios que profesaron la pri- mitiva Regla tenían que rezar cada día el Oficio Parvo de la Santísima Virgen, según el rito ro- mano, y si no sabían leer ó estaban impedidos, el Oficio llamado de los cincuenta y cuatro Padre nuestros, que se distribuían en esta forma: doce en lugar de Maitines y Laudes; siete por cada una de las seis Horas Canónicas, que son: Prima, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas. A cada Padre nuestro añadían un Gloria Patri, y después de Prima y Completas rezaban un Credo y el Miserere. Además de este Oficio diario, al fallecimiento de cada uno de los hermanos de la Congregación, decían cien veces el Padre nuestro en sufragio de su alma. Después de la Constitución Misericors Dei Filias del citado León XII, toda aquella pesadí- sima carga de rezos ha quedado reducida á doce Padre nuestros y otras tantas Ave Marías con Gloria Patri, que el terciario ha de rezar cada día, á no ser que prefiera en vez de esto, recitar el Oficio Parvo de ¡a Virgen, y además una parte de Rosario que ha de rezarse en común á la muerte

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