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CONFERENCIA VIGÉSIMA SEGUNDA 67 de ofrecer diariamente al Altísimo el agradable sacrificio de la oración. De este modo los tercia- rios, cumpliendo fielmente el sencillo Oficio que su Regla les impone, toman parte en el armo- nioso concierto de sagrados cánticos que incesan- temente consagra el mundo católico á la gloria y alabanza del Dios Redentor. Sin duda habréis ya adivinado el asunto que me propongo tratar en esta conferencia y, cierta- tamente, no os equivocáis. Quiero, en efecto, hablar del rezo de los terciarios, prosiguiendo la exposición de la Regla y comentando el parágrafo que, textualmente, dice: «Los terciarios eclesiásti- cos que diariamente rezan el Oficio Divino, á nada más están obligados como tales terciarios; los seglares que no rezan las Horas Canónicas ni el Oficio Parvo de la Virgen María, recen cada día, si alguna enfermedad no se lo impide, doce veces el Padre nuestro con Ave María y Gloria Patri.» Para realizar mi propósito, hablaré, en la pri- mera parte de este discurso, de la dignidad y ex- celencia del rezo de los terciarios, reservando para la segunda indicar el modo de cumplirlo fruc- tuosamente.—Ave María. Í Sencillo y muy fácil de cumplir es en verdad el rezo que actualmente prescribe á los terciarios la novísima Regla de la V. O. T. Comparado con el antiguo, resulta en realidad una obligación

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