BCCPAM000526-2-20000000000000

CONFERENCIA VIGÉSIMA PRIMERA 57 sed de los bienes terrenos: la Divina Eucaristía es finalmente rocío celestial que templa los ardores de nuestras concupiscencias, maná que nos presta aliento y fortaleza para recorrer los ásperos sen- deros del desierto de la vida, foco de luz que disipa las tinieblas de nuestra ignorancia, y prin- cipio de donde dimanan todos nuestros bienes. Il Mas para que pueda el hombre gozar con abun- dancia de todos estos inestimables bienes que tan saludable Sacramento está llamado á producir, es absolutamente indispensable que lo reciba tan á menudo como le sea posible y con las mayores disposiciones que le sea dado. Porque si bien este Sacramento es manantial fecundo de gracias, em- pero es preciso, para participar de ellas, acercarse á él, beber frecuentemente de sus cristalinas aguas. Porque al modo que para apagar la sed no basta tener delante una fuente muy abundante, sino que es necesarió además beber de sus aguas hasta saciarse; y á la manera que nada serviría, al que tiene hambre, para satisfacer su necesidad, hallarse en presencia de una mesa bien provista de exquisitos y sustanciosos manjares, sino comía de ellos, de este modo, aunque la Divina Eucaris- tía sea manantial perenne de gracias y pan bajado del cielo para mantenimiento de nuestras almas, no puede aprovechar á los que dejan de recibirlo. > A pres 0

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz