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CONFERENCIA VIGÉSIMA PRIMERA 56 contiene en ese admirable Sacramento. Por lo cual dijo San Agustín: Cum essel Omnipotens plus dare non potuit. «Siendo Dios Omnipotente no pudo darnos cosa mejor que la Eucaristía.> Pero no es tan sólo el poder de Dios lo que resplandece en ese Augusto Sacramento, sino también y señaladamente el amor de Jesucristo á las almas. Á fuer de Padre cariñoso y de Pastor amantísimo no quiso abandonarlas en la hondo- nada de este mundo, no consintió separarse de ellas para no dejarlas expuestas á los ataques y asechanzas de sus enemigos. Por eso les dijo: «No os dejaré huérfanos..., estaré con vosotros hasta la consumación de los tiempos.> Para reali- zar esta amorosísima promesa, instituyó ese San- tísimo Sacramento, dejándonos en él todo aquello con que obró nuestra salvación. ¿Puede imaginarse un amor más tierno y rega- lado? ¿Qué más pudo hacer para mostrarnos la infinita caridad que nos tiene? Ahí está en ese Sacramento prisionero de nuestro amor y víc- tima de nuestra ingratitud y mala corresponden- cia. Sabía Él muy bien las injurias y atropellos, los sacrilegios y profanaciones de que sería objeto en ese Sacramento; pero en nada de esto reparó, sino que, atento á nuestro interés y provecho, determinó quedarse en medio de nosotros para ser el compañero de nuestra peregrinación, el consolador de nuestras tristezas, el remediador de nuestras necesidades y, en fin, nuestro socorro y amparo en todas las tribulaciones de la vida.

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