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40 LA CONFESIÓN moradores de Jerusalem,» esto es, para todos los cristianos; por esos Sacramentos, como dice el Concilio de Trento, «empieza, se aumentay se recobra la verdadera justicia» (1). Desde luego comprenderéis que no es mi intento hablaros en esta conferencia de cada uno de los Sacramentos, sino únicamente del Sacra- mento de la Penitencia á propósito de lo que prescribe la Regla, es á saber: «que los hermanos de la O. T. confiesen una vez al mes.» Al efecto trataré, en la primera parte de esta conferencia, de la Confesión en general, reservando para la se- gunda lo que convenga decir sobre lo que pres- cribe la Regla á los terciarios acerca de este particular. —Ave María. I De todos los Sacramentos que el cristiano ha de recibir, ninguno le interesa tanto conocer como el de la Penitencia, llamado vulgarmente la Con- fesión. Por lo mismo, sobre ningún otro Sacra- mento le conviene más tener nociones exactas de su naturaleza y conocimiento detallado de las dis- posiciones que se exigen para recibirlo fructuosa- mente. Si existiera en el mundo un remedio infalible para devolver la vida del cuerpo á los que la han perdido, ¿cuánto no importaría á los hombres 1) Sess. 7. Decret., De Sacram. in proemio.
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