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CONFERENCIA VIGÉSIMA 39 oliva fructífera y nosotros oleastro por naturaleza; y al modo que los sarmientoss separados de la vid no pueden dar fruto alguno, y como el oleastro si no es injertado en buena oliva es incapaz, por sí mismo, de producir cosa de provecho, así también el hombre, si no está unido á Jesucristo, si no participa de su savia divina, es del todo impotente para tener vida sobrenatural y hacer obras mere- cedoras de premio eterno. Pero ¿quién prestará al hombre alas para re- montarse á la cumbre donde se halla colocada la vida sobrenatural? ¿Quién le facilitará los medios indispensables para obtener la vida dichosa de los hijos de Dios? En una palabra: ¿por qué ca- minos podrá el hombre llegar á incorporarse á Jesucristo y participar con Él de la gracia santifi- cante y ser con Él coheredero de la gloria? Ya lo hemos dicho: todos estos bienes inefables única- mente por Jesucristo y por los medios estableci- dos por Él, puede el hombre alcanzarlos. Todos sabemos por la fe, amados hermanos, cuáles son los medios determinados por Jesucristo para que el hombre pueda nacer á la gracia y conservarse en la misma. Los Sacramentos por Él instituídos: ved ahí el manantial abierto misericordiosamente: en la tierra y de donde brotan aguas que saltan hasta la vida eterna; esos Sacramentos son, en verdad, aquella regalada promesa hecha por el profeta Zacarías, cuando dijo: «En aquel día habrá una fuente abierta para la casa de Dav es, para la Iglesia Católica;—y servirá para los
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